Iriel |
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| No tenía ni idea de como actuar. Su confesión me había tomado por sorpresa y sus lágrimas me hicieron sentir -aparte de compasión...- incomoda. Lo cierto era que no quería oír el final. Y las imágenes que ella me planteaba,solo podía crearlas en un mundo gris y oscuro. En el que ella fuese vestida de bruja y él de una tenebrosa calavera. Suspiré levemente. Porque... a los Kagamine no se los podía imaginar más felices, jóvenes,soñadores... Aún no entendía el qué había causado tal pesadilla. -¿Odiarte? Rin... Len nunca podría odiarte. Ni aunque quisiera. No debes confundir el enfado,con el odio. Tu y él... os regañáis,os picáis y a veces,rozáis el enfado. No hagas una montaña de un grano de arena. La pequeña,seguía llorando. Yo y mis tácticas a lo antiguo.... Me acerqué,y le pasé el brazo por los hombros,abrazándola. -¿Qué pasó al final?-Le pregunté,en un susurro. Tenía la intuición de ser husada para el desahogo de una pequeña. Y,ya que había empezado... ¿Porqué no acabar con consejos de madre?
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