| Me giré,sobresaltada,al oír el el portazo de la cocina. Con una ceja encajada,me sequé el sudor de la frente. Miré,preocupada,a una Teto de malas pulgas,quedándome con la pregunta de qué malo podía haber pasado en menos de 10 minutos. Me encogí de hombros,sonriendo. Porque la típica expresión resuelta había ocupado su rostro. ¿Familiarizarme con el mundo de la cocina? Antes volarían los burros... Pero asentí a lo más lógico: Lavarnos las manos. Ni un espectador podía ayudar sucio... Me acerqué a la pila,viéndola coger los delantales. Y,con las manos húmedas,lo extendí para ver por donde se metía la cabeza en aquél vestido... Pero,al parecer usado ya de otras veces,me llené las manos de migas que no habían limpiado. Y chasqueando la lengua,después de espolearlo varias veces,me volví a acercar a la pila. No sé por qué me sorprendió lo que hizo Teto. Quizá.... que nunca nadie lo hubiera echo. La miré al principio,sin saber si tener que enfadarme,reír,o defenderme. Desde luego... el agua estaba fresquita. Y yo,en esa cocina, me estaba hirviendo a fuego lento. Quizá solo por eso sonreí. Y después,pensando en qué haría una Teto en mi lugar,le salpiqué también el delantal. Con una carcajada,le cubrí la cabeza con el mío,poniéndoselo encima,para que no me viera. Y me acerqué,riendo,a la puerta-ventana para que corriera la brisa. -Teto... me tienes que enseñar de esto. Que yo,y solo de milagro,diferencio entre una cuchara y un cuchillo...-Reí,acercándome y mirándole,tímida,por debajo del delantal que la cubría. Sabía que con ella,me podía tomar las confianzas. Pero se me hacía muy extraño actuar....sin pensarlo.
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